La revolución
de abril de 1965 constituye uno de los hechos mas
relevantes, sino es el primero en la historia de la
República Dominicana en los últimos
50 años por las implicaciones que ha tenido
en el orden económico, social, político
e ideológico.
La importancia de esta
revuelta no radica solo en el enfrentamiento de dos
sectores nacionales, ni en la segunda intervención
militar norteamericana, sino en la conciencia creada
en la juventud de la época de que no importa
la fuerza, sino la razón y los ideales.
De ahí, que
ciertamente la revolución de abril de 1965
no surgió como tal, sino con las pretensiones
de derrocar al gobierno defacto que presidía
el doctor Donald Reid Cabral. La situación
fue tornándose critica desde el año
anterior, producto de la corrupción existente,
lo que provoco que distintos sectores comenzaran a
organizarse con el objetivo de retornar al país
la constitucionalidad.
Los grupos que mas
se destacaron en esas acciones fueron los constituidos
por estudiantes, profesionales y políticos,
llegándose a cristalizar una alianza entre
el Partido Revolucionario Dominicano y su principal
rival, en ese entonces, el Partido Revolucionario
Social Cristiano. El acuerdo, denominado "Pacto
de Río Piedras, fue concertado en Puerto Rico,
donde Bosch estaba exiliado.
La revolución
o el levantamiento armado del sábado 24 de
abril fue adelantado, ya que fue programado para el
día 26 debido a la decisión del Jefe
de Estado Mayor del Ejercito Nacional, general Marcos
Rivera Cuesta de apresar el día 24 a varios
oficiales involucrados en la trama.
Los planes conspirativos,
que se incrementaron a partir de enero, eran conocidos
por la mayoría de la oficialidad de los institutos
castrenses, por lo que las gestiones para dar un golpe
de Estado en contra de los triunviros Reid Cabral
y Ramón Cáceres Troncoso, fueron cada
vez mas acelerados.
La sublevación
se había iniciado y los militares tomaron también
el campamento 16 de Agosto y luego comunicaron de
lo ocurrido al doctor José Francisco Peña
Gómez, quien se encontraba en la cabina de
radio Comercial. El doctor Peña Gómez
anuncio al país, a través del programa
Tribuna Democrática, órgano de difusión
del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que grupos
de militares se había rebelado en contra del
gobierno.
El anuncio fue hecho
alrededor de la una y treinta de la tarde provocando
que miles de personas salieran a las calles a manifestarse
a favor de los militares insurrectos. Reid Cabral
pretendió hacerse cargo de la situación,
dirigiendo una alocución y dando un ultimátum
a los militares sublevados, pero ya era tarde, el
pueblo se encontraba en las calles y los militares
comprometidos decidieron entregarles las armas.
Los militares, de esta
manera, pretendieron presionar al grupo de San Isidro,
que reacciono violentamente ametrallando la ciudadanía
en la tarde del domingo del 25 de abril, cuando ya
Reid Cabral había renunciado y el doctor José
Rafael Molina Ureña fue juramentado como presidente
provisional de la República.
Los militares ubicados
en la base aérea de San Isidro no aceptaron
desde el principio el gobierno de Molina Ureña
y reiteraron que favorecían la creación
de una Junta Militar. Al mismo tiempo, se incrementaron
los ataques aéreos en contra del puente Duarte
donde se aposto desde el 24 de abril un considerable
numero de personas y se emplazaron varias piezas de
artillería.
Los bombardeos de la
Aviación y de la Marina a la población
motivo que dirigentes perredeístas trataran
de localizar a los funcionarios de la embajada norteamericana
a fin de que mediaran y presionaran al grupo de San
Isidro para que descontinuara esas acciones. Sin embargo,
los representantes de la misión hicieron caso
omiso, evidenciando su respaldo al grupo de San Isidro,
que públicamente lideraba el general Elías
Wessin y Wessin.
Los bombardeos del
27 de abril al puente, al Palacio Nacional y a otros
lugares de la capital, acompañado de las presiones
ejercida por la embajada norteamericana en contra
de los constitucionalistas, motivo que el presidente
Molina Ureña y otros miembros del gobierno
provisional se asilaran en la embajada de Colombia
y otras sedes diplomáticas.
El vacío dejado
por Molina Ureña y sus principales funcionarios
fue llenado en horas de la noche por su Ministro de
Interior, el coronel Caamaño Deñó,
quien rápidamente se convirtió en el
líder del movimiento constitucionalista. El
coronel Caamaño Deñó, quien manifestó
una actitud vacilante el martes 27 por los hechos
que ocurrieron ese día, cambio la misma en
horas de la noche cuando se sintió vejado por
el embajador norteamericano, Bennett, durante una
reunión que sostenían en la sede diplomática.
El coronel Caamaño
Deñó, abandono el lugar en forma repentina
y se dirigió al puente Duarte, pero antes fue
a la emisora estatal Radio Santo Domingo donde exhorto
al pueblo a reactivar la lucha. La exhortación
lleno su cometido, ya que centenares de personas volvieron
al puente armados, principalmente de cócteles
molotov, y enfrentaron los tanques de San Isidro que
intentaron penetrar la ciudad.
Los Constitucionalistas,
que a partir de ese momento fueron llamados rebeldes
por la embajada norteamericana, comenzaron a atacar
los destacamentos policiales para procurarse armas
de fuego. La falta de armas constituyo el principal
problema, ya que por cada constitucionalista armado
veinte o más estaban desarmados. Sin embargo,
la situación cambio luego que capturaron la
fortaleza Ozama, donde consiguieron armas de distintos
calibre.
Los constitucionalistas
pasaron a la ofensiva al mediodía del miércoles
28 de abril al mando del coronel Caamaño Deñó,
e incluso se llego a planificar un ataque sorpresivo
a la base de San Isidro. El entonces coronel Benoit
pidió al gobierno norteamericano que desembarcara
tropas porque alegadamente no podía garantizar
la vida de los estadounidenses que se encontraban
en el país.
Los marines, unos cuatrocientos,
pertenecientes a la 82Division Aerotransportada desembarcaron
por el puerto de Haína en horas de la tarde
del viernes 28, pasando la revuelta a una nueva etapa,
en la que los constitucionalistas, organizados en
comando, o sea, en pequeñas unidades móviles
de hombres destacados en distintos lugares de la capital,
se dispusieron a enfrentar al invasor.
El gobierno norteamericano
que presidía Lyndon B. Jhonson argumento que
la intervención fue para "salvar vidas".
Pero de inmediato, se observo que los marines estaban
del lado de los militares de San Isidro. El coronel
Caamaño, por su parte, instalo el cuartel general
en el sector de Ciudad Nueva.
La llegada de las tropas
norteamericanas creo confusión entre muchos
militares que combatían del lado constitucionalista
quienes decidieron desertar y huir hacia el interior,
particularmente a sus lugares de orígenes.
Sin embargo, las armas dejadas por estos militares
fueron tomadas por jóvenes menores de edad
que comenzaron a luchar en contra de los estadounidenses
y al los de San Isidro perteneciente al CEFA a los
que comenzaron a llamar genocidas.
El presidente Jhonson,
que temía perder la República Dominicana
envió el 30 de abril al ex-embajador John Martín
para que hiciera contacto con las partes en pugna.
Al mismo tiempo envió más de 2,000 marines
para reforzar las tropas que habían estado
llegando desde la tarde el 28.
La respuesta a esa
insistencia fue la juramentación como presidente
de la República del coronel Caamaño
Deñó el 3 de mayo cumpliendo de esta
manera el mandato constitucional de 1963 que establecía
que correspondía al Ministro de Interior asumir
la primera magistratura en ausencia de los anteriores
titulares.