La imagen de Nuestra Señora de Altagracia
tuvo el privilegio especial de haber sido coronada
dos veces. El 15 de agosto de 1922, en el pontificado
de Pío Xl, sobre el Baluarte 27 de Febrero
o Puerta del Conde fue canónicamente coronada
Nuestra Señora de la Altagracia, traída
desde su Santuario de la Villa de Higüey, hasta
la Capital de la República. La Basílica
actual fue inaugurada el 21 de enero de 1971. Los
arquitectos que realizaron la construcción
fueron los franceses A. Dunover de Segonazc y Pierre
Dupré.
Está basílica fue construida para reemplazar
al antiguo santuario construido en 1572. Este monumento
religioso lleva el nombre de la Virgen de la Altagracia,
patrona del pueblo dominicano. En él se exhibe
un cuadro de la virgen de 33.5 centímetros
de ancho por 45 centímetros de alto. La pintura
es de la escuela española y se cree que data
de finales del siglo XV o principios del siglo XVI.
El Papa Juan Pablo II, durante su visita al país,
coronó personalmente el 25 de enero de 1979
a la imagen con una diadema de plata sobredorada,
regalo personal suyo a la virgen.
La advocación de la Virgen de Altagracia es
muy popular, concurriendo a su santuario todos los
años numerosas romerías que van desde
los más apartados confines de la isla a ofrendarle
los votos y promesas hechas en momentos de tribulación.
Su santuario se encuentra en la ciudad oriental de
Salvaleón de Higüey. A partir del día
12, comienzan a nivel popular las novenas en honor
de la Virgen de la Altagracia, Madre Espiritual, y
de hecho, la Patrona de la República Dominicana,
cuya sede, centro nacional-internacional de peregrinación,
está en la ciudad de Higuey, en la región
Este del país.
Las "novenas" culminan con misas, rezos,
cantos, peticiones y aclamaciones, entre salves y
atabales. Tambien es patrona en: Arroyo Hondo (Baní),
Cabrera (Provincia de María Trinidad Sánchez),
Castañuelas (Prov. Distrito Nacional), Hostos
(Prov. Duarte), Loma de Cabrera (Prov. Dajabón),
San Jose de Ocoa (Prov. Peravia), la ciudad de Monte
Plata, Paraíso (Prov. Bahoruco), Acosta (Prov.
Samaná), La Montería (Prov. Peravia)
y Nizao (Prov. Peravia).
Las salves dominicanas son expresiones musicales
y cantos semisagrados, originados de la liturgia tradicional
católica, las cuales han sido recradas, criollizadas,
en un sincretismo singular, creador, de donde, por
el ritmo, los instrumentos, las tecnicas del canto
y el contenido, dan como resultado una modalidad español-eropea
y otra de expresiones africanas. Las salves tienen
una dimensión muy solemne, en ocasiones se
bailan y son ejecutadas con balsie (tambor pequeño
de un solo parche), tambora tradicional (dos parches),
panderos y güiros.